sábado, 5 de enero de 2008

El fin infinitas veces

Perfectamente vestido. Joyas guardadas para la ocasión. Vestimenta hecha para la ocasión. Ubicado perfectamente para la ocasión. Todo para la ocasión. Totalmente maquillado. Muy bien peinado. Pulcramente cuidado cualquier detalle. No hay gesto. Solo una leve sonrisa que intenta ser natural. Un muerto. Un velorio. Un cajón. Muchas lágrimas. Excesiva seriedad. Tristeza. Pesar. Unos alegres personajes compartiendo pisco y chistes de velorio (patético). Niños que no terminan de comprender la situación. Juegan. Muy alegres. Al lado del ataúd. Miran al cadaver y siguen revoloteando la sala. Otros ni se inmutan. Hablan entre ellos muy suavemente. O son amigos de los parientes o trabajan en el lugar. Así son las muertes. Mucho dolor para los que le afectan e indiferencia para los que restan.

"La ONG Intermón Oxfam hizo público el informe "De Interés Público" que revela que cada minuto mueren en el mundo tres niños a causa de la diarrea provocada por beber agua en mal estado y 1.400 mujeres al día por falta de asistencia médica durante el embarazo o el parto".
(Extraído de http://www.20minutos.es/noticia/148220/0/mueren/ninos/minuto/)

Las muertes nos siguen agobiando. Prendemos la televisión y vemos tragedias. Abrimos el periódico y la página central es un choque con 15 muertos en Trujillo. ¿Cuántas muertes hay al día? Muchas. ¿Cuántas hay al año? Excesivas. ¿A cuántos le duele? A pocos. ¿A cuántos les afecta en realidad? A muchos menos. Sin embargo, ¿qué es más doloroso?, ¿ver la muerte finalizada o ver cómo todo ello se va aferrando a la vida sin un futuro posible?

Dentro de cada una de las personas hay muchos moribundos a punto de jalar la pata. Nosotros no hacemos mucho por exterminarlos por completo. Lo vemos así, desfalleciendo, con el pensamiento de que no se va a salvar, ya se quiere ir, pero sigue aqui. Sentado sobre nuestras cabezas y sobre nuestros corazones. Cualquier cosa que no esté colaborando con nosotros, fue muy lindo mientras duró, aprendimos, pero que no va a terminar siendo lo ideal para todos, es mejor dejarlo caer. ¿Cuándo hacerlo? Esa es la pregunta.

Nos cogemos fuertemente. Nos aferramos. ¿Para qué? ¿Para que nos atormente? La vida es para vivirla una sola. Para explorarla y para no estar gastando el tan valioso tiempo para estar pensando de más. Por más que nosotros pensemos que sí se pueden, hay cosas que son inevitables.

Si hasta ahora no me han entendido, espero que con estas preguntas entiendan:

- No sé qué hacer con este chico que me tiene loca. No le puedo decir que no. Pero ya no puedo más.
- Él me encanta. Pero no me da bola. Tengo que seguir ahí. Jodiendo. (por las huevas sigue ahí).
- Ella me gusta, pero no sé, tengo miedo. Mejor no. Para próxima. ¿Pero si no hay próxima?
- Quiero terminar de fumar. Dejo un día, pero no puedo. Tomo un café y tengo que sacar un pucho. Sé que me mata, pero no me importa.
- Este trabajo no me satisface. No puedo más, pero no me atrevo a ver otras cosas.
- Ya no debo ser así. Este carácter de mierda me va a dejar sin amigos (va años pensando y diciendo lo mismo. Nunca cambia. Ni lo hará).

Siempre enfrentamos velorios. Muchos de ellos duran más de la cuenta...

Hay que matar esos miedos.
Tirarlos por el water.
Jalar fuertemente
Fumarse un puchito
¿Cuándo matar a ese pobre miedo que sigue desfalleciendo?
Hay que tomar la decisión.
Lo más pronto posible.
O sino, el mundo se pasa volando.
Las muertes son así, como al inicio, todo pulcro, impecable.
Todo muy bien externamente.
Pero el motivo de la reunión, ya no está.
Empieza a podrirse.
Hay que irse...

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