miércoles, 16 de enero de 2008

De vuelta al barrio

(Con Valeria en Punta)


He dejado mi carro fuera de la cochera (por flojera a guardarlo) y me vine al trabajo en un cómodo micro "todo Tacna" por un sol. Hoy es mi reintegración al diario después de casi tres semanas de vacaciones. Y mi ropa limpia se quedó en la maletera. 11 kilos de polos, calzoncillos, shorts, camisas, pantalones, toallas y medias. Todo arrugado. No lo recogía hace 9 días por falta de plata. Durante ese tiempo, he ido alargando la vida de algunas prendas, usando polos de pajaritos y reviviendo hasta los calzoncillos estirados que te esperan siempre sonrientes en el fondo del cajón. Pero bueno, recogí esos dos paquetes un día antes de regresar al trabajo después de unas nada apasionadas vacaciones. No me fui a Cancún, Nueva York, Buenos Aires, ni nada por el estilo. Estuve en Máncora unos días. Aprovechando un clima que no fue de los mejores. Unos días nublados, otros con mucho sol y hasta algunas noches de lluvia. Sí, en el norte también llueve. Poco, pero moja. No hice más que estar echado en la arena. Boca abajo. De costado. Para arriba. En la sombra. En el sol. Tomando agua. Llenándome de arena. Fumando. Mojándome un poquito. Y, por qué no decirlo, viendo piernas, brazos, traseros, pechos, caras. Y, por qué no decirlo también, solo mirar. No sé que tiene Máncora, pero en este sentido, no me trata bien. Pero bueno, esa es historia para otro post.

Apenas me senté en mi escritorio, todo estaba como lo dejé. (Aunque tengo que aceptar que está más ordenado) Papeles que no usaré, regados por todos lados. Planos de San Borja enrollados. Revistas de turismo y arquitectura formando una Torre de Pisa tan endeble que se derrumbará ante cualquier movimiento (es más, voy sentado toda la mañana y ya se me han caído un par de veces). Periódicos amarillos por el tiempo. Hartos periódicos. Más periódicos. Un calendario de PromPerú, cortesía de Karina. Tarjetas de presentación de todo el mundo. No me extrañaría que tenga la de Tongo al lado de la de algún ministro. Un diccionario "Pequeño Larousse ilustrado", viejo como su nombre, que no sé por qué lo tengo. Un vaso de vidrio meloso por un contenido dudoso que está ahí desde que tengo uso de razón en este escritorio (casi 13 meses). Muestras de policarbonato de colores. Regalos navideños, como lapiceros, llaveros, stickers, lápices. Nada de trago ni nada. Por suerte, el panetón (50% de nuestra canasta navideña) me lo llevé a mi casa antes de que se convierta en un elemento decorativo de la oficina. Y bueno, más papeles, papeles...

Voy haciendo llamadas, concertando citas, leyendo las pautas de las siguientes ediciones. Lo de siempre. Pero divertido. Las vacaciones sí hacen bien. Te hacen regresar con más ganas (y hambre). Pero más bien hacen cuando no has tenido nada más que hacer. ¿Qué he hecho en mis vacaciones además de ir al norte? Dormir hasta tarde. Explotar la palabra libertinaje en su máxima expresión, pero siempre sanamente. Escuchar, siempre con el mejor de los ánimos, a Pía y a Ale (a pesar de que me llamen a cualquier hora del día). Jugar con Valeria (hija de Ale) en la playa. Ir a chupar. Destruir mi hígado buenamente. Destruir mis muelas (felizmente hoy tengo cita con el dentista). Atormentarme con el dinero (que cada vez es menos). Y comer porquerías todo el tiempo. Así de productivos fueron estos días. No hice ejercicio. Dejé de ir al gimnasio (la próxima semana lo retomo. Ya voy un mes así y tengo todavía un año de membresía. Si alguien quiere ir, se la traspaso más barato). La bicicleta se debe haber resentido conmigo por no sacarla a pasear. Bañarme con agua fría, porque a la dueña de mi depa se olvidó de arreglarme la terma. Jugar indiscriminadamente play station 3 hasta pelarme los dedos que quedaron intactos por el hígado malogrado.

Siempre es bueno regresar al trabajo después de unas vacaciones. Sin embargo, en estos días ha quedado algo en mi cabeza. En mis próximas vacaciones viajaré más. Empezaré a planificarlos. Si alguien quiere acompañarme, estará bienvenido. Ahora solo espero que mi carro siga afuera de mi casa o sino, me quedaré sin mi único activo en mi vida y, además, con calzoncillos con hueco.

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