viernes, 22 de febrero de 2008

¿Nos cagamos en la noticia?


Mientras iba descendiendo la cumbre, se me iba trasladando el dolor de las piernas y del pecho hacia el corazón y la mente. El dolor fue intenso y hasta ahora permanece. Una migraña intermitente pero punzante, que regresa cada vez que me acuerdo. Iba viendo el Huascarán, el nevado más grande del país, derritiéndose. Sin muchos metros menos de hielo que hace 20 años. Todo se esfumó. Con mucha pena.

Han pasado cuatro meses desde que pasé por esa situación y no dejo de pensar en ello. Fui a hacer un trekking por Punta Unión en Huaraz. Todo lo que sucedió durante los primeros cinco días quedan para la anécdota cuando nos damos cuenta de la magnitud de las consecuencias de nuestra insolencia, descuido y negligencia. El mundo se está acabando. Ya no de a pocos. Sino rápidamente y sin marcha atrás.

No quiero pecar de sensacionalista ni cliché. No pretendo serlo. Pero una lágrima fue cayendo por mi mejilla, sin que nadie se diera cuenta. La iba tratando de borrar con la mano derecha, pero no podía, tenía destino final: el fondo de la tierra. Esa lágrima cayó. Y seguía sin comprenderlo. Solo sintiéndolo. Hasta ahora. Perdón, no soy de hielo.


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